En un giro inesperado, el CEO de Telegram, Pavel Durov, fue detenido en el aeropuerto de Francia debido a las acusaciones de que la plataforma no modera adecuadamente los contenidos y permite la difusión de desinformación sin límites. La variedad de usuarios en la plataforma es amplia, desde traficantes y abogados hasta activistas y comercio ilegal, lo que ha llevado a situaciones problemáticas como la presencia de racistas, estafadores, influencers y adolescentes vulnerables.
La fiscalía ha señalado que la detención de Durov se enmarca en una investigación sobre delitos en Internet, particularmente relacionados con el comercio ilegal, la pornografía infantil, el fraude y la negativa a colaborar con las autoridades.
En respuesta, Telegram emitió un comunicado defendiendo a su CEO, afirmando que Durov no tiene nada que ocultar y que viaja con regularidad a Europa. La empresa considera absurdo responsabilizar a la plataforma o a su propietario por los abusos que puedan ocurrir en ella y espera una pronta resolución de la situación.
Telegram destaca la seguridad de sus mensajes gracias al cifrado de extremo a extremo, asegurando que no recopila ni comparte información de los usuarios. Asimismo, la empresa asegura que cumple con la normativa de la Unión Europea y su sistema regulatorio, garantizando la privacidad y seguridad de los usuarios.
Esta detención pone de manifiesto el debate en torno a la responsabilidad de las plataformas digitales en la moderación de contenidos y la lucha contra la desinformación en línea. La situación de Durov y Telegram plantea interrogantes sobre el papel de las empresas tecnológicas en la regulación de sus plataformas y la protección de sus usuarios.